24 de septiembre de 2007

MITOS: Jackie Kennedy

"Por sus gafas, su estilo sosegado y elegante... Jackie siempre será icono"

Solía pasear descalza por Capri, pero ni así perdió el glamour. Su etapa junto a Onassis la reconfirmó como icono. Su estilo hoy es pura modernidad.
Su primera aparición pública en minifalda, en el año 1966, bastó para provocar una avalancha de mujeres a las puertas de las tiendas en busca de una con la que poder parecerse a ella. Jackie Kennedy ya representaba por aquel entonces símbolo de inspiración para la mujer americana. Desde que se convirtiera en primera dama de EEUU permaneció en el punto de mira, pero los ríos de tinta en torno a ella corrieron por otros muchos motivos: Por sus veranos en Capri y Grecia a lado de su segundo esposo, el armador griego Aristóteles Onassis; por su amor por los libros y el arte; por su conocida aficción a la moda y sus relaciones de amistad, primero con el diseador americano Oleg Cassini, y con Valentino más tarde; por su estilo clásico y recatado con pizcas de modernidad; por su colección de gafas de sol...

Esta mujer-icono fue más que centro de portadas y reina del papel cuché. Le gustaba vivir bien y siempre necesitó el dinero para sentirse segura, pero también se le relacionó profesionalmente con el mundo intelectual. Con el inicio del movimiento feminista en EEUU, Jackie empezó a ejercer de editora de libros. Dicen que se llevaba el almuerzo al trabajo y ocupaba una oficina sin ventanas. Pero esta imagen de mujer trabajadora y madre de familia tenía que convivir con otra cara no tan amable, la de mujer caprichosa, amante de las compras y el lujo. Truman Capote la acompañó durante una tarde de compras y no dudó en contar la experiencia: "Podía entrar en una tienda, encargar dos docenas de blusas de seda de diferentes tonos y salir por la puerta". Al parecer, era famosa por su manía de cambiar de opinión devolviéndolo todo al día siguiente.

Varias décadas de fotos después ayudaron a descubrir, por ejemplo, cómo una mujer podía caminar por Capri con las sandalias en la mano sin perder un ápice de glamour. Sus imprescindibles eran camisas blancas, pantalones capri, vestidos de Pucci para salir a pasear en barco o minivestidos acompañados de un pañuelo en la cabeza. Su estilo refinado y minimal es hoy inconfundible con tres básicos: jeans blancos, camiseta y maxigafas. Cuentan que tenía una esta llena de gafas de sol en el hall de su apartamento de la Quinta Avenida y que las elegía al salir de casa en función de su vestuario.






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